lunes, 28 de enero de 2008

REFLEXIONES SOBRE ENCURSO II

Reflexiones en torno a la intervención en el espacio público EnCurso.

Ahora todas las cosas se basan en una forma más ligada a la percepción: tú percibes el mundo como solamente tú lo percibes, y yo como yo, ése es el principio básico de dignidad. Y cuando podemos hacer ver a la gente ese pacto (que sólo él percibe el mundo como él lo percibe), ahí está el arte, en ese momento. El arte se da en un terreno momentáneo, efímero, frágil, que no es apropiado por la cultura. La cultura se apropia del arte, y el arte la subvierte todo el tiempo para tornarla viva. [1]



Para empezar, quiero referirme al hecho de que EnCurso es arte libre de ataduras comerciales y/o curatoriales, en el sentido de que uno mismo, jugando al papel de artista, es quien decide qué es arte y lo dispone de tal manera que así sea, con la posibilidad de que éste pueda ser apropiado por el público, en la medida que cambia sus rutinas o decide tomar parte de él o su totalidad, incluso físicamente, con sus manos, es más, arrebatándolo, tal como sucedió.

EnCurso es un llamado a la acción, es arte que se hace entre alguien que se autodenomina artista y alguien, que como público, forma parte de él; una cosa es EnCurso dentro del cubo blanco, y otra, en el túnel de la Javeriana. Por lo tanto, es un reto al museo, un careo a la institución, EnCurso dice, “hey, estoy aquí y soy arte a pesar de ustedes”; lo que le permite ser sin pedir autorización, pues se toma un espacio sin pedir permiso, se mete entre la gente sin pedir permiso, viene sin el permiso del público y la autoridad, y se va sin el permiso del artista, es de todos, no es de nadie, ¿de quién es, necesita ser de alguien?

Dentro de las categorías artísticas, EnCurso es ambiguo; es escultura, acción, intervención, es todas y ninguna, no es un volumen, se hace por sí sólo ya que el artista no aparece, éste, es furtivo, y cuando sale, se camufla como estudiante, investigador, incluso artista, o cualquier otra cosa; igualmente, cobra sentido a partir del espacio que lo aloja, es uno con el espacio, no es un adorno o una entretención, es más una molestia, o una curiosidad, que en el inmenso y aquietado mar de la monotonía citadina, se atreve a elevar una pequeña ola, que tal como viene se va, que pasa, pero que al fin y al cabo fue, existió, y por un instante le dio otro significado a un anodino paso bajo tierra de la carrera séptima.

EnCurso es arte autónomo, pero sin embargo, afecta la cotidianidad; está a parte del bullicio del consumismo y el contrato de ejecución y entrega, es libre, no equivale a monto monetario alguno ni a otro bien o servicio, es puro tiempo, los materiales son casi insignificantes, pero qué trabajo conllevan; tan inútil como placentero, es algo que se hace por el puro placer de hacerlo, sin más retribución que depositar un grano de arena en el desierto, pero es un grano más y el desierto ya no es igual aunque sí lo sea, no, no es igual.

En la medida que EnCurso implica grandes cantidades de trabajo mancomunado, juegos de ideas que surgen de una inicial un poco inocente que va tomando otros matices quizá más problemáticos, no es el producto de un genio creador avasallado por la inspiración y el éxtasis, pues detrás de ella no hay un demiurgo solitario, sino la acción libre de un colectivo, sin pies, cabeza ni manos, si acaso sólo tiene tentáculos, que son los mismos de EnCurso, que toman forma a partir no sólo de ideas sino de trabajo físico, de fuerza y precisión, de carpintería gruesa y fina, de dedicación.

La tarea de EnCurso es también de reflexión, al tomarse de forma furtiva y sin permiso un espacio público se pregunta ¿porqué lo hago furtivamente si es espacio público? ¿será realmente espacio público? ¿tal furtividad implica que dicha noción de lo público es precaria o definitivamente no existe o simplemente el túnel no es espacio público? En ese orden, EnCurso pone a prueba no sólo dicho espacio sino la noción misma de espacio, y la del concepto de lo público, tanto al no querer entrar al museo y prostituírsele al curador, como al disponer a discreción un espacio ambiguo, bajo tierra, que es y no es de una entidad privada (La Javeriana), que es y no es de una entidad púbica (El IDU) y que es y no es de todos. Por allí pasa la gente, pasa cualquiera, es una extensión de la calle pero tiene puertas, que se encuentra bajo custodia de un servicio de vigilancia privada y tiene un horario de servicio concreto. ¿El curador sería el vigilante, quien fue burlado para poder darle lugar a la obra? ¿La galería sería de la Javeriana, del IDU o de todos y de nadie? EnCurso se hace tantas preguntas que nos lleva a pensar que es tan sólo el principio de algo nuevo, en la medida que no se deja definir.

Algo que se podría denominar como obra abierta, implica igualmente un taller abierto, que se lleva en el alma, que es portátil, que toma forma en la casa, el parque, la biblioteca, el túnel, donde al final reposa para luego desaparecer, pues viene y va, es indefinido, busca un nombre y un lugar. Dicho taller que se lleva de un lado a otro, también conlleva distintos tipos de trabajo, y por lo tanto, de tiempo; como en todo taller hay trabajo intelectual y físico, el cual no siempre se da en las instancias en las que se reúne el colectivo, pues es como un germen que reposa en la mente, que madura y se transforma solo, y cuándo menos se piensa, da lugar a una buena idea, o mejor, a una idea bien desarrollada, una idea con taller detrás, a veces, de forma inconsciente.

EnCurso se abre los espacios por sí solo, en un taller dislocado, y en un recinto de exposición pública poco convencional, porque así es él, no convencional, es el asomo de la novedad en un mundo tan obsesivamente parametrizado y cuantificador, en un mundo en el que se pretende comprender y medir todo para darle un valor equivalente en metálico o en horas de trabajo – hombre, que pareciera no darle lugar a una iniciativa de voluntad propia y desinteresada, que supera con creces el anhelo personal y se involucra en la cotidianidad de cualquiera, pues no hay que ser un experto o un elegido para darle nombre y lugar a EnCurso de la manera que se desee, basta con haber pasado por el túnel de la Javeriana cuando él estuvo ahí.



[1] Palabras de Mauricio Dias en una entrevista para la revista virtual beta test http://betatest.ubp.edu.ar/0013/0013_4.htm. Para más información sobre éste artista y sus obras, ver: Azul Ceballos, Arte público. Nuevos Géneros, en Beta_test #0006, Junio de 2002. Dicha edición también incluyó el texto "El otro comienza donde nuestros sentidos se encuentran con el mundo", de Mauricio Dias y Walter Riedweg, presentado por los artistas en una conferencia en Córdoba, Argentina, en 2002.



R. L.

2 comentarios:

Ana Carolina dijo...

hola R.L...?
me cautiva el trabajo que haces con tus compañeros, el tema del arte publico ocupa mi trabajo de grado.. me gustaría saber que fuentes consultar para poder conceptualizar un poco mas, no vivo en bogotá pero me gustaria ver algo mas de su trabajo, por favor mantenganme informada, depronto me doy una pasadita por allá.

Anónimo dijo...

yo estuve allá y salí en una de sus fotos, en qué quedó su trabajo...