lunes, 28 de enero de 2008

REFLEXIONES SOBRE ENCURSO II

Reflexiones en torno a la intervención en el espacio público EnCurso.

Ahora todas las cosas se basan en una forma más ligada a la percepción: tú percibes el mundo como solamente tú lo percibes, y yo como yo, ése es el principio básico de dignidad. Y cuando podemos hacer ver a la gente ese pacto (que sólo él percibe el mundo como él lo percibe), ahí está el arte, en ese momento. El arte se da en un terreno momentáneo, efímero, frágil, que no es apropiado por la cultura. La cultura se apropia del arte, y el arte la subvierte todo el tiempo para tornarla viva. [1]



Para empezar, quiero referirme al hecho de que EnCurso es arte libre de ataduras comerciales y/o curatoriales, en el sentido de que uno mismo, jugando al papel de artista, es quien decide qué es arte y lo dispone de tal manera que así sea, con la posibilidad de que éste pueda ser apropiado por el público, en la medida que cambia sus rutinas o decide tomar parte de él o su totalidad, incluso físicamente, con sus manos, es más, arrebatándolo, tal como sucedió.

EnCurso es un llamado a la acción, es arte que se hace entre alguien que se autodenomina artista y alguien, que como público, forma parte de él; una cosa es EnCurso dentro del cubo blanco, y otra, en el túnel de la Javeriana. Por lo tanto, es un reto al museo, un careo a la institución, EnCurso dice, “hey, estoy aquí y soy arte a pesar de ustedes”; lo que le permite ser sin pedir autorización, pues se toma un espacio sin pedir permiso, se mete entre la gente sin pedir permiso, viene sin el permiso del público y la autoridad, y se va sin el permiso del artista, es de todos, no es de nadie, ¿de quién es, necesita ser de alguien?

Dentro de las categorías artísticas, EnCurso es ambiguo; es escultura, acción, intervención, es todas y ninguna, no es un volumen, se hace por sí sólo ya que el artista no aparece, éste, es furtivo, y cuando sale, se camufla como estudiante, investigador, incluso artista, o cualquier otra cosa; igualmente, cobra sentido a partir del espacio que lo aloja, es uno con el espacio, no es un adorno o una entretención, es más una molestia, o una curiosidad, que en el inmenso y aquietado mar de la monotonía citadina, se atreve a elevar una pequeña ola, que tal como viene se va, que pasa, pero que al fin y al cabo fue, existió, y por un instante le dio otro significado a un anodino paso bajo tierra de la carrera séptima.

EnCurso es arte autónomo, pero sin embargo, afecta la cotidianidad; está a parte del bullicio del consumismo y el contrato de ejecución y entrega, es libre, no equivale a monto monetario alguno ni a otro bien o servicio, es puro tiempo, los materiales son casi insignificantes, pero qué trabajo conllevan; tan inútil como placentero, es algo que se hace por el puro placer de hacerlo, sin más retribución que depositar un grano de arena en el desierto, pero es un grano más y el desierto ya no es igual aunque sí lo sea, no, no es igual.

En la medida que EnCurso implica grandes cantidades de trabajo mancomunado, juegos de ideas que surgen de una inicial un poco inocente que va tomando otros matices quizá más problemáticos, no es el producto de un genio creador avasallado por la inspiración y el éxtasis, pues detrás de ella no hay un demiurgo solitario, sino la acción libre de un colectivo, sin pies, cabeza ni manos, si acaso sólo tiene tentáculos, que son los mismos de EnCurso, que toman forma a partir no sólo de ideas sino de trabajo físico, de fuerza y precisión, de carpintería gruesa y fina, de dedicación.

La tarea de EnCurso es también de reflexión, al tomarse de forma furtiva y sin permiso un espacio público se pregunta ¿porqué lo hago furtivamente si es espacio público? ¿será realmente espacio público? ¿tal furtividad implica que dicha noción de lo público es precaria o definitivamente no existe o simplemente el túnel no es espacio público? En ese orden, EnCurso pone a prueba no sólo dicho espacio sino la noción misma de espacio, y la del concepto de lo público, tanto al no querer entrar al museo y prostituírsele al curador, como al disponer a discreción un espacio ambiguo, bajo tierra, que es y no es de una entidad privada (La Javeriana), que es y no es de una entidad púbica (El IDU) y que es y no es de todos. Por allí pasa la gente, pasa cualquiera, es una extensión de la calle pero tiene puertas, que se encuentra bajo custodia de un servicio de vigilancia privada y tiene un horario de servicio concreto. ¿El curador sería el vigilante, quien fue burlado para poder darle lugar a la obra? ¿La galería sería de la Javeriana, del IDU o de todos y de nadie? EnCurso se hace tantas preguntas que nos lleva a pensar que es tan sólo el principio de algo nuevo, en la medida que no se deja definir.

Algo que se podría denominar como obra abierta, implica igualmente un taller abierto, que se lleva en el alma, que es portátil, que toma forma en la casa, el parque, la biblioteca, el túnel, donde al final reposa para luego desaparecer, pues viene y va, es indefinido, busca un nombre y un lugar. Dicho taller que se lleva de un lado a otro, también conlleva distintos tipos de trabajo, y por lo tanto, de tiempo; como en todo taller hay trabajo intelectual y físico, el cual no siempre se da en las instancias en las que se reúne el colectivo, pues es como un germen que reposa en la mente, que madura y se transforma solo, y cuándo menos se piensa, da lugar a una buena idea, o mejor, a una idea bien desarrollada, una idea con taller detrás, a veces, de forma inconsciente.

EnCurso se abre los espacios por sí solo, en un taller dislocado, y en un recinto de exposición pública poco convencional, porque así es él, no convencional, es el asomo de la novedad en un mundo tan obsesivamente parametrizado y cuantificador, en un mundo en el que se pretende comprender y medir todo para darle un valor equivalente en metálico o en horas de trabajo – hombre, que pareciera no darle lugar a una iniciativa de voluntad propia y desinteresada, que supera con creces el anhelo personal y se involucra en la cotidianidad de cualquiera, pues no hay que ser un experto o un elegido para darle nombre y lugar a EnCurso de la manera que se desee, basta con haber pasado por el túnel de la Javeriana cuando él estuvo ahí.



[1] Palabras de Mauricio Dias en una entrevista para la revista virtual beta test http://betatest.ubp.edu.ar/0013/0013_4.htm. Para más información sobre éste artista y sus obras, ver: Azul Ceballos, Arte público. Nuevos Géneros, en Beta_test #0006, Junio de 2002. Dicha edición también incluyó el texto "El otro comienza donde nuestros sentidos se encuentran con el mundo", de Mauricio Dias y Walter Riedweg, presentado por los artistas en una conferencia en Córdoba, Argentina, en 2002.



R. L.

REFLEXIONES SOBRE ENCURSO I

En Curso.

Nuestra cotidianidad esta siempre atravesando el espacio y el tiempo hacia el infinito, sin embargo esta experiencia diaria termina por poner límite a los mismos, por reconocer con elementos finitos el umbral de la percepción, ni el espacio ni el tiempo son ya atractivos a nuestros sentidos De esta manera la misión, el fundamento del arte y del artista según Natalia Gutiérrez, es el de insertar nuevas perspectivas de vida en las vidas de los que aprecian dicho acto; pues el arte no es un acto cerrado reservado únicamente al circulo de los artistas, al contrario, este ultimo debe estar dispuesto a ofrecer su sensibilidad, haciendo mas atractiva y vistosa a experiencia vital de los otros.[1]

El colectivo AguaCero se congrego alrededor del interés que produce la noción y la definición de espacio publico.

Inicialmente el colectivo fue convocado abiertamente y solo las personas que sintieron un honesto interés por el tema de conjetura, formaron y fortalecieron un escenario que permita la experimentación, la indagación, el debate, el ensamble de ideas y sobretodo la expresión de todas estas a través de la acción; este punto de confluencia es el realmente importante, pues aunque ninguno tenia experiencia y seguramente nunca se había preguntado acerca del tema, las acciones midieron el grado de compromiso y de amor por el oficio.

La primera acción realizada por el colectivo, nace como ya lo he mencionado de un crucé de varias experiencias y de los rastrojos de saberes que alimentan las creencias de cada uno de los integrantes. (…)[2]. Así, estos módulos que querían resurgir encontraron el espacio necesario dentro de AguaCero. Ahora solo faltaba vincular dichos artificios a la dinámica del espacio público.

La búsqueda de un espacio “publico” con el suficiente aire artístico es de compleja búsqueda, inicialmente se pensó en la biblioteca Virgilio Barco y sus alrededores, el espacio parecía perfecto: el ambiente propio de dicho lugar acentuaba la sensación de calma y evocación de la niñez, es un espacio público, pues hay transito de individuos etc... Después de recorrer el lugar, se pusieron las cartas en la mesa: el un bello lugar pero, primero, es un lugar donde cualquier intervención carecería de trascendencia pues el publico no es numeroso; las dinámicas del lugar no solo se verían afectadas por el objeto “artístico” sino también por la artificial convocatoria de publico, que además, podría llegar a ser no muy exitosa. Segundo, ¿que tipo de tramitología hay que realizar para poder usar un espacio de este tipo? ¿Será esta tramitología propia de un espacio publico? decidimos descartar la idea de realizar nuestra intervención en tal.

A lo largo de las reuniones posteriores, una luz brillo en el camino, o mejor dicho en el túnel: después de descartar varios espacios, volteamos nuestra mirada hacia un lugar que reunía muchas de las características que buscábamos: era transitado a diario por centenares de personas, reunía el estrés propio de las actividades humanas de la contemporaneidad y sobretodo era posible intervenirlo sin la necesidad de tramitar. El espacio en cuestión es el túnel peatonal de la universidad Javeriana ubicado en la carrera 7 más a menos a la altura de la calle 45.

Teniendo el espacio y es sustrato de la intervención (los móviles) solo bastaba sobreponer el uno sobre el otro, hacer lo correspondiente para que encajaran, Así continuamos ya sobre un piso firme; Un solo modulo no es insuficiente para los 20 metros que mide el túnel, con esta razón y Conforme también a lo que pensábamos de una intervención en el espacio publico, la obra fue pensada para que midiera los mismos 20 metros de tal espacio. ¡Debíamos realizar aproximadamente 20 módulos!

la elaboración de las piezas y el ensamblaje de los módulos fue realizada entre el 4 y 6 el de Noviembre de 2007 fueron jornadas extensas y exhaustivas, donde otra vez medimos nuestro compromiso y además probamos nuestra compatibilidad laboral.

El lunes festivo 6 de Noviembre aprovechando el escaso transito del túnel realizamos los preparativos para nuestra intervención algunos huecos y armellas fueron puestas. 5 a.m. de la mañana del martes 7 de Noviembre, el túnel aun solo y únicamente alumbrado por la luz de los focos eléctricos, pues el sol a esa hora aun no aparece. En esa ocasión éramos 5 los que, por un lado vigilábamos que ningún celador de la universidad se acercara, y por otro lado encaramados de lo que pudiéramos sonde colgamos los móviles. No eran las 6 de la mañana cuando los 20 móviles ya estaban suspendidos de una guaya.

A las 6 de la tarde del mismo día y según cuentan, nuestros queridos alambritos ya habían desaparecido.

Al reflexionar sobre esta primera intervención del nuestro colectivo considero que todo fue ganancia, el simple echo de reunirnos y hacer algo, no solo discutir, no solo debatir, sino poder reunir todo en un acto, en un momento, en un objeto, eso ya podría ser suficiente ganancia. Así que recibimos mas de lo que esperábamos, cuestionamos la noción de lo publico, y lo logramos, pues no tramitamos, algo que en un espacio publico no se acostumbra ha hacer, interactuamos con el publico, cambiamos su cotidianidad por un día, por 5 minutos, por lo que dura alguien transitando por el túnel, agredimos la naturalidad del espacio y de los roles que el túnel vive a diario, además hicimos un bello dibujo en el espacio.



[1] Gutiérrez Natalia. Cruces. Reflexiones acerca de la crítica de arte, Pág. 15-75. Alcaldía Mayor de Bogota. 2000

[2] Fragmento de texto actualmente en edición.



A. S.

lunes, 12 de noviembre de 2007

INTERVENCIÓN EN EL ESPACIO PÚBLICO ENCURSO


Los Artífices.

Por el momento se hacen llamar colectivo AguaCero.


El Taller del Altillo

Algunas pruebas domésticas.


La Primera Incursión y Algunos Públicos Cautivos. Parque Nacional.

Sobre el pasto.


En el Cobertizo.


Afuera hay un aguacero, adentro está Encurso.


El público inmerso en una nueva experiencia, observa; mejor dicho, escampa.


La eterna lucha entre el artista y la crítica: "que sí es arte, que no es arte; que sí, que no..."


La Segunda Incursión. Túnel de la Univerdada Javeriana, la Universidad Distrital y Aledaños.

La Galería.


Algunas recomendaciones...


El curador posa para la posteridad.


Horarios de atención al público para el martes 6 de Noviembre de 2007.


Más del Taller del Altillo.

Pruebas y detalles.


Otro ángulo, el mismo detalle.


Una plantilla de trabajo.


El Taller de Joyería.

La charla para disuadir a un material difícil.


La primera transformación.


Algunas piezas.


Encurso de apodera de la casa taller y ya es hora de que se vaya.


Encurso - Eneltúnel


Preparativos de la víspera.


El curador nunca llegó...


06.11.2007. 6:00 AM


06.11.2007. 7:00 AM


06.11.2007. 8:00-9:00 AM



Al día siguiente, Encurso desaparece misteriosamente.
Manos ajenas al colectivo AguaCero nos han privado de su presencia.

Sin embargo, deja una huella, si no de su paradero, sí de su paso por el túnel.
Huella que será aprovechada...




viernes, 19 de octubre de 2007

A PROPÓSITO DEL ARTE EN EL ESPACIO PÚBLICO


EL ARTE FUERA DEL MUSEO (O EL ARTE EN LAS CALLES).

“En una cultura como la nuestra, acostumbrada durante largo tiempo a escindir y dividir todas las cosas como un medio de control, a veces nos choca el que se nos recuerde que, en los hechos operantes y prácticos, el medio es el mensaje.“ [1]

Marshall McLuhan

En las grandes ciudades como Bogotá, solemos encontrarnos de cuando en cuando, o a lo mejor muy frecuentemente, con cosas pintadas en la pared; por lo general, se encuentran en lugares que no son destinados para tal fin, y de todas ellas, las que resultan más interesantes para lo que nos proponemos hablar aquí, son los graffitis. Una consigna contra Bush o un eslogan propagandístico no es un graffiti, es una pintada; un letrero o un aviso con fines comerciales o divulgativos no es un graffiti, es un rótulo; un dibujo ilustrativo o una escena representativa sobre una pared no es un graffiti, es un mural; un motivo o diseño hecho mediante una plantilla con contenidos formales o ideológico-irónicos no es un graffiti, es un stencil; un grupo de letras poco reconocibles en ocasiones acompañadas de un personaje o un ícono no es una pintada o un rótulo o un mural o un stencil, es un graffiti. El graffiti nos da claves de quién lo hizo; entre esas letras distorsionadas es posible que haya un nombre, de alguien, de un grupo, ¿quizá de un autor? Por lo general el graffiti es sólo un nombre, es una identidad secreta o en clave puesta en público en un lugar prohibido; podríamos pensar que se lleva a cabo un acto público desde la clandestinidad, la ilegalidad.

Los muros siempre pertenecen a alguien, y si son propiedad pública se encuentran resguardados por la institucionalidad; el hecho de que haya un graffiti, entendido como acto público, sobre un muro prohibido a la vista de cualquiera, posibilita la plena exposición de un individuo bajo un recurso bastante insólito; así como en los baños públicos hay letreros de todo tipo, generalmente obscenos, o en las mesas de un colegio hay letreros de todo tipo, generalmente nombres, en los muros de la ciudad, el graffiti combina la obscenidad de violar la propiedad de alguien que no ha podido usufructuar ésa pared pintarrajeada, con la identidad de alguien anónimo que saca un cierto provecho de algo que no le pertenece; es a lo que lleva el impulso de exteriorizar la intimidad, tan natural como la acción del niño que raya descontroladamente las paredes o el hombre prehistórico que marca cuidadosamente sus territorios. La ley veta el uso de una enorme superficie de expresión, por lo que un posible cuidado en dejar una parte de sí al otro, se convierte en actos descontrolados, que en algunos sectores, parecieran inundar la ciudad.

El hecho de que el graffiti haya nacido a finales de los años 60 y principios de los setenta, en una gran ciudad como Nueva York, llena de problemáticas socio-políticas y urbanas muy complejas, habla, en parte, de su origen desde de la exclusión y la marginalidad, las cuales no abandona al considerarlo como hecho artístico además de socio-cultural; el graffiti hace uso de nuevas formas de comunicación gráfica, alejadas de los circuitos comerciales y artísticos, por lo que se presenta como un acontecimiento separado de la realidad más familiar; por el hecho de que nazca y se conserve como acción a partir de la exclusión, presenta alternativas a la acción artística y a la cotidianidad misma. Así, se combate o se provoca a la institución artística y al establecimiento desde las márgenes del sistema de circulación comercial y artístico, que se refleja en una nueva práctica cotidiana de grupos o individuos marginados, que en los muros de la ciudad, quedan expuestos a todos, aunque no por ello, menos marginados.

Es posible ver el fenómeno del graffiti como arte, y aún más, como arte nuevo, como el arte que sale de la galería y ha dejado de servir a la belleza, la armonía o el asombro, y sirve a la verdad, la verdad de sí mismo, que habla de él; es un arte que no habla de eslóganes políticos, ideológicos, publicitarios o que representa escenas, sino que habla de él mismo, a través de él mismo, con formas, trazos, colores, que siempre esconden a alguien, a un anónimo que aunque se expone al otro, permanece oculto. El arte nuevo no habla de otras cosas sino de sí mismo, así, el graffiti no es la referencia a un hecho del que se habla con el fin de transgredir, es la transgresión misma a través de formas y colores; su valor no está en el objeto sino en la función que cumple, no es lo que dice (un simple nombre) sino cómo y dónde lo dice, lo dice con colores y formas, lo dice en la calle, en lugares prohibidos para pintar pero accesibles a todo el mundo.

En este sentido, un graffiti no es falsificable, es siempre original, de todas formas no tiene sentido falsearlo, pues forma parte de una situación más que ser la expresión en un objeto, por más de que lo que queda de la acción es éso, un objeto; el acto de pintar un graffiti está ligado a un lugar y unas circunstancias, y la sola idea de que, por decir algo, han hecho un graffiti en un muro de la fachada del Museo Nacional, nos dice todo sobre ese acto, no es necesario ir a verlo para sentirlo como un hecho transgresor, nuevo, es una idea, un concepto, el concepto de transgresión quizá; el hipotético espectador de éste graffiti no es visual, es conceptual, no tiene que verlo para entenderlo, sólo que le cuenten. A partir de este ejemplo algo ingenuo y a la vez extremo, nos es posible sugerir al graffiti no sólo como arte conceptual, sino también como arte social, en la medida que se alimenta de una idea, que según el contexto que le da forma, es la manifestación de un individuo dentro de un grupo social a través de la transgresión y la ilegalidad.

También puede ser igualmente interesante ver el graffiti expuesto dentro de una sala del Museo Nacional, aunque para el caso, sus implicaciones políticas iniciales (al estar en muros prohibidos) se transforman en otras, pues construye un espectador diferente a partir de una situación de lectura diferente, con el sólo hecho de que quede dentro de un recinto consagrado al arte; de todas formas, no pierde su carácter de idea, pues no es necesario ir a ver el graffiti en una sala del Museo Nacional, sino saber que el graffiti está expuesto allí, y que aun así sigue constituyendo una transgresión, pero para el caso, aunque ya autorizada, legalizada y contradicha, se muestra como novedad para el Museo Nacional en el sentido de la transgresión; no es necesario ver el graffiti en el museo, únicamente, hace falta que le cuenten a uno que pasó de la fachada al interior del edificio para hallarle el sentido a la obra, y que además, por el hecho de entrar al museo, se le permite ser arte. Igualmente, el graffiti dentro del museo empezaría a tener autor, ese nombre en clave de un individuo o un grupo, quedaría al descubierto en la ficha técnica de la obra, finalizaría su anonimato al tiempo que entraría en la legalidad; ya si se desea que el graffiti conserve su anonimato, sería necesario que un artista presentara el registro de ese graffiti a través de fotografías, videos o reproducciones, pero ya no sería el graffiti hablando de sí mismo, sino la fotografía, el video o la reproducción hablando del graffiti, el graffiti ya no sería arte, pero el registro de tal graffiti, sí.

Al ver algunas obras de arte contemporáneo, prácticamente irreconocibles para el público en general, que sirven con la incomprensión, el choque, la repulsión, la confusión y demás sensaciones genéricamente pretensiosas que parecieran ser lo único reconocible dentro de ellas, a una transgresión cuidadosamente estudiada, cabe preguntarse ¿queda algo por hacer en el arte cuando todo pareciera agotado y vaciado de sentido? seguramente, luego de lo ya dicho, responderíamos, sí, en la medida que el arte deje de circular exclusivamente por las galerías, y como hecho social se dé en las calles y en la vida cotidiana; si el arte pierde su esencia como construcción y expresión de sensaciones y sus esfuerzos se encaminan a la transgresión gratuita, se vacía de sentido y transmite la sensación de un fin del arte, cuando éste, muy al contrario es la posibilidad de lo desconocido; a lo mejor ha habido una sobre exploración (y explotación) en el ámbito de la galería, y hace falta mirar otras facetas del arte, del arte que sirve a la verdad, a su verdad, que es fenómeno social, que habla de sí mismo en las calles y la cotidianidad.



Bibliografía.

Danto, Arthur. Después del fin del arte: El arte contemporáneo y el linde de la historia. Paidós Transiciones (16); Paidós. Barcelona, 1997. Capítulo 1, pp. 25-41.

Francastel, Pierre. Pintura y sociedad; traducción de Elena Benarroch. Ensayos Arte; Cátedra. Madrid, 1990. Capítulo 2, pp. 79-159.

Genette, Gérard. La obra del arte: Inmanencia y trascendencia; traducción de Carlos Manzano. Lumen. Barcelona, 1997. pp. 155-178.


Otras fuentes (Además de la curiosa observación en las calles).

Apuntes de clase, de la Especialización en Educación Artística Integral; 7, 8, 9 y 11 de noviembre de 2006.

Páginas web de temas generales sobre el graffiti:

http://www.valladolidwebmusical.org/graffiti

http://www.graffiti.org/faq/diego.html


[1] McLuhan, Marshall. La Comprensión de los Medios como Extensiones del Hombre. Diana. México, 1969.


Nota Anticopyright: Está permitida la copia parcial o total del texto, así como el plagio, la tergiversación, la mutilación, la reinterpretación, la falsificación, la edición y la contradicción acomodaticia privada o pública del mismo, para lo cual, puede o no, citarse su fuente.

R. L.


martes, 25 de septiembre de 2007

Reunión

Esta sábado 29 de Septiembre nos reuniremos frente al Juan Valdez de la Biblioteca Luis Ángel Arango a las 9: 00 AM.

Muy probablemente se trabaje en la rotonda de la poceta yendo hacia la ludoteca, en la bilblioteca Virgilio Barco; si hay otros sitios los podemos mirar.

Parte de la idea la pueden ver en éste enlace. En este proyecto se trabajó con la ayuda de Esteban Rey, y el resultado, luego de los vaivenes de la experimentación y el extravío, fue algo prometedor... quizá la idea que se propone ahora sea el desarrollo de esa promesa.

Veámonos entonces el sábado y trabajemos para librarnos de la tiranía del curador. Porque el arte en el espacio público, además de ser arte sin curadores, es fiel expresión de la autogestión.


R. L.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

REUNIÓN

A los interesados:

Biblioteca Virgilio Barco, Sala de Tareas, 9:00 AM, todos los sábados.
¡Traer ideas!

ARTE EN EL ESPACIO PÚBLICO

Transcribo entrada del Lunes 27 de Agosto de 2007 y sus comentarios, del blog diploartes:

Desde hace unos días me viene rondando por la cabeza, la idea de hacer intervención con arte en espacio público.

¿Alguno quisiera formar parte de éste experimento?

Yo sé de un lugar en donde se podría trabajar... ¿Alguno de ustedes sabe de algún o algunos lugares?

Si se animan, no es sino que empecemos a botar ideas, lo que además, podría ir en conjunto o para enriquecer el espacio en la Galería de Colsubsidio que ya tenemos. Supongo que eso puede ser un comienzo.

Yo ya tengo algunas ideas que me gustaría compartir con ustedes, por lo pronto, pueden visitar este enlace .

Anímense y hagamos algo; pongámonos un plazo, propongo que sea para montar dentro de dos meses.

...¿Qué opinan?...

R. L.


Alejandro Suarez dijo...

... pues la verdad me considero novato en muchos aspectos frente al arte, sin embargo, la idea de aprender y construir con ustedes es genial. Me encantaria participar con ustedes¡¡¡¡ yo me uno.

28 de agosto de 2007 10:52 PM

R. L. dijo...

La idea no es ser experto, sino que hagamos algo, diferente quizá, algo nuevo para nosotros.

Yo jamás he hecho intervenciones en espacio público, sólo me imagino cómo puede ser, eso es todo, además de que tengo ganas de hacerlo.

Me pondré en contacto con usted... ya somos cuatro los interesados, y a la espera de que seamos más.

29 de agosto de 2007 02:14 PM

anónimo dijo...

Qué tal. Lo ví en las charlas de derechos culturales. Nos vemos éste Jueves en San Fernando con el resto de la gente y hablamos del espacio público.

18 de septiembre de 2007 10:14 PM